Monday, January 15, 2007

Sobre arte.

En los últimos tiempos el papel del arte en la sociedad mexicana esta siendo suplantado por un arte falaz, y entiéndase esto como los productos “pseudoartísticos” que desde ya hace varias décadas tanto los medios masivos de comunicación, como los gobernantes en turno han estado implantado.

A pesar de los esfuerzos que muchos maestros de educación artística hacen en las aulas para que los niños y jóvenes se cultiven y se expresen artistísticamente, pues con cinco minutos de televisión quedan hechas trizas semanas enteras de esfuerzos en el aprendizaje y enseñanza de un arte.

Para ser artista se requiere una ardua disciplina y esfuerzo. Nadie de nosotros está dispuesto a entregar su vida al arte, pero todos queremos nuestros 15 minutos de fama. Hay una idea en la sociedad, sobretodo en los Niños y Jóvenes que quieren, inducidos por la televisión, ser estrellas con fama, lujos y dinero. Sí, sus quince minutos de fama. Que importa ser artista, lo que importa es la fama. Entrarle al mitote.

Y al parecer esta idea es la que conduce a los que producen los programas “artísticos” en televisión donde lo importante no es el arte, sino la imagen. No importa que cantes o toques bien o mal, lo que importa es que tengas “carisma”, que seas guapo, pero sobretodo que provoques escándalo. El escándalo, la estridencia, el sexo, el amor y el desamor es lo que vende, y es también, lo que tira por la borda toda autentica labor artística.

En este momento, se me viene a la mente una cuestión polémica. ¿Hasta que punto el arte pierde expresividad al meterse al ámbito de lo comercial?. Recuerdo una canción del Poeta Rodrigo González, el profeta del Nopal que se llama “buscando trabajo”. Decía algo así como “los días de la semana me levanto temprano, compro el periódico busco trabajo, trabajo me cuesta encontrar trabajo. Luego me fui con mi guitarra por las calles a cantarle a la gente de cosas que pasan. Luego alguien me como le debería de hacer. Entonces compuse una canción de amor. Entonces, como el amor es algo que vende me fue bien, ahora sólo canciones de amor quiere componer. He aquí pues como en lo comercial se coacciona la capacidad de decir cosas, como en este espacio de lo comercial hay muchas canciones que hablan de lo mismo, el amor, como en el caso que describe la canción de de Rokdrigo González..

Pero no todo en la vida es amor, y no estoy proponiendo lo contrario, el odio, sino de que hay tanto que decir como cosas hay en el mundo, por que limitarnos al amor. O aun mas, las nuevas canciones ya ni siquiera hablan, como en el caso de esa música para adultos con un latente complejo prenatal llamada Reggeton.

Algo de lo que considero que si habla son las creaciones folclóricas que en expresividad están a la altura de los “grandes” compositores universales porque al expresar su sentir particular están universalizando ese sentir. Sin embargo con el paso del tiempo esos artistas poetas, músicos de comunidades y etnias autónomas cada vez se diluyen y se pierden entre el ruido y la estridencia soporífera de la ciudad. Sus pequeñas voces se pierden en la multitud extraña de violentos gritos citadinos.

En la problemática actual de México, es de esperarse que al bajarle el presupuesto al arte, también se le resta a éste la importancia que tiene en la sociedad. Desaparece la figura del artista y hace que únicamente brote la figura del hacedor del arte falaz, del pseudoartista a quien no le interesa reflejar el ánimo, el carácter, los rostros de las cosas, de la ciudad y de su gente. El pseudoartista para quien el arte es sólo un hobbie, y que por eso sólo banaliza y entretiene con la babosada o la gracia simiesca, tal cual la mayoría de los “artistas” del “Canal de las Estrellas”.

Finalicemos, no se trata de únicamente lamentarse, si todos tenemos la capacidad de comunicarnos, de expresarnos, entonces todos tenemos la capacidad de hacer arte, la cuestión es no tenerle miedo a expresarnos y expresarnos bien, artísticamente, por medio de poemas, dibujos, baile, música. Ellos, los que manejan las grandes empresas de entretenimiento tienen su arte de plástico, banal y ficticio. E l pueblo tiene a la realidad, con todas sus mieles y sus hieles. Si la vida es un sueño entonces soñemos realidad, pero por encima de eso, expresemos esa realidad que soñamos, después de todo, de eso se trata el arte, ¿No?

Una Imagen de Tijuana

Si vienes a Tijuana y eres observador, descubrirás que Tijuana es promiscua, y entiéndase esto como una revoltura, como una mezcla.

Uno de los primeros rasgos que le distinguirás el transporte público. Al principio uno no comprende como una ciudad que está pegadita a un país de primer mundo, tenga un transporte publico de tercer o cuarto mundo como éste. Durante el tiempo que los presidentes municipales de Tijuana fueron panistas el transporte público era de lo peor. Hoy éste fenómeno es oscilante.

Las Calafias, son los microbuses tijuaneros de a $6.50, con asientos inexplicablemente miniaturizados, para dos personas, asientos cuya capacidad real es de tres nalgas, pues la cuarta siempre va flotando.

Las primeras Calafias, eran unas “vans” de esas como la que salía en la caricatura de Scooby doo. Provinentes , al igual que la mayoría de los autos de esta ciudad de la chatarra del “otro lado”. No eran para pasajeros de pie, así que les improvisaban una especie de concha de fibra de vidrio, luego una “manita de gato” y listo. A retacarlas de gente.

Hoy, ciertamente las “calafias” ya no son esos improvisados artefactos, ya son camioncitos escolares venidos directamente y seguramente de las escuelas de parvulitos del vecino del norte. He ahí una benevolente respuesta al por qué del tamaño de las asientos.

Los taxis de ruta, ¡Ah! los taxis, esas guayinas, chalupotas largas con capacidad para nueve y a veces diez personas. La primera imagen que tuve de ellos, en un atardecer de agosto de 1995, no me fue agradable. El ver a los tres pasajeros del asiento trasero viajando de espaldas en tan reducido espacio fue como ver a tres gallinas ponedoras ambulantes, razón por la cual me abstuve de subir a ellos durante largo tiempo. Sin embargo, con el paso de los días descubrí que ese asiento para tres pasajeros trasero era un excelente y comodísimo lugar para echarte una pestañita.

A últimas fechas, las guayinas han sido sustituidas, dolorosamente, pues dejaron durante varios días a cientos de tijuanenses sin transporte, por las “vans”, de modelos recientes, que cobran 9, 10 u 11 pesos dependiendo la ruta.

Los taxis libres también pululan como cucarachas por la ciudad, su tarifa es de mas o menos $6 por arranque y $5 por km recorrido. Bueno, en realidad el taxista libre cobra lo que se le da su gana, y a quien se le ocurre decir: Pon el taxímetro, le advierten ¡Uuuy! te va a salir más caro, y en efecto, me he subido a taxis que sin avanzar siquiera un metro de distancia ya el taxímetro marca $20 y prosigue vertiginoso su cuenta

Los camiones, las burras, hay modelos que seguramente, son de los años cincuenta o sesenta, esos que parecen salchicha, redonditos. Hay otros cuadrados, cuadrados de los años ochenta y todos ellos por supuesto venidos del vecino país de gringoria, de San Diego o Los Angeles, también últimamente se les han incorporado modelos “nuevos” de la Mercedes Benz, eso sí, los nuevos camiones cobran $8, uno cincuenta más que las burras normales.

En fin, habría tanto que describir de esta ciudad. Las construcciones, Tijuana es una ciudad en cuya arquitectura, es tal la variedad que cae irremisiblemente en el surrealismo. Casas de cartón, de puertas de garaje, de madera, de tabiques, de bloque, cuadradas, redondas, con forma de mujer, con escaleras y cimientos de llantas, casas hechas completamente de chatarra, verdaderas obras de arte ¡que Cecut, que torres de Tijuana ni que nada! Podríamos hablar de la presa. el canal, la “revu”, los antros, las cantinas, los salones de baile, Los cafés. Los escritores, los músicos, los poetas, los grupos de danza, pero nos llevaríamos muchos posts.